Mi hijo pega

 

MI HIJO PEGA
(Artículo publicado en el periódico local "La Veu d'Alginet" Edición Julio 2021)



Ahí te quedas, ¿te pego?” “Recoge Julio, que viene Valeria y te va a arañar” “Lávate las manos, cochina, que te estoy viendo jugar con los mocos”. Son frases de tres profesoras grabadas por una cámara introducida en la mochila de la niña. El auto indica que “gracias al audio somos testigos directos de unos acontecimientos que todo progenitor y docente tiene que afrontar en su día a día, como es reprobar y recriminar la conducta de un menor cuyo comportamiento no es el adecuado y que no cumple las normas o las órdenes que se le dirigen”. El magistrado concluye “se trata de las acciones más desagradables que la paternidad o maternidad implica, porque no resulta agradable regañar a tus hijos e imponerles castigos por su mal comportamiento pero resulta absolutamente necesario ejercer tal autoridad para enseñarles a diferenciar las conductas aceptables de las que no lo son en su propio beneficio educativo presente y futuro, suyo y del resto de la sociedad”. Estos son los hechos y la conclusión del juez. La niña se llama Valeria, tenía cinco años cuando sucedieron los hechos, iba a un colegio de Dos Hermanas (Sevilla) y tiene autismo.

Cada día llenamos los medios de comunicación con noticias sobre violencia. En el pasado mes de Junio la sociedad entera se conmovió por un caso de violencia vicaria hacia dos menores, Olivia y Anna. ¿Qué podemos hacer como madres y padres, abuelos, profesores, vecinos, amigos para parar la violencia en mundo? Ser empáticos, aprender a regular nuestras emociones, tolerar nuestra frustración, aprender a relajarnos, comunicarnos de forma asertiva, validar nuestras emociones y las de los demás, respetarnos, y leer mucho para aprender nuevas formas de educar.

La educación conductista basada en el premio y el castigo tiene como objetivo aumentar las conductas apropiadas y reducir las inapropiadas, mediante una motivación externa.

¿Queremos que nuestros hijos “se porten bien”, sean respetuosos, porque los estan viendo, para evitar el dolor y la crítica, para ganar regalos?

¿O queremos que sean respetuosos porque les produce satisfacción ser buenas personas, porque tienen herramientas para tolerar la frustración y el sufrimiento, porque quieren contribuir al bien común?

La única forma de erradicar la violencia es el amor y el respeto. Y cada uno de nosotros, desde nuestra parcela de poder, podemos decidir qué líneas rojas que no vamos a cruzar. Cada uno de nosotros podemos aprender, en primer lugar, a regular nuestras emociones y canalizar todo nuestro malestar interior sin hacer daño a otros. Tus hijos pueden aprender valiosas habilidades para la vida, a través de tus propios aprendizajes. Si nos equivocamos, nos responsabilizamos, reparamos el daño, y seguimos aprendiendo. No existe justificación para la violencia, ni verbal ni física. Nuestros niños y niñas son la próxima generación y absorben todo lo que ven en nosotros, y sin duda, lo van a imitar. Si quieres dar el primer paso, te recomiendo un libro “Cómo educar con firmeza y cariño” de Jane Nelsen. También puedes hacerlo a tu forma, probando formas nuevas que sientas que son respetuosas para ti y para los demás. En tus manos, no sólo está la educación de tu hijo, sino la educación de una nueva generación. Sé el mensaje que quieres dejar en el mundo.


Bárbara Bori

Pedagoga

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