¿Obedientes o responsables?

 ¿Obediente o responsable?
Artículo publicado en el periódico local La Veu d'Alginet (Edición Diciembre 2021)


Tengo frio”- me dice mi hijo. Soluciono. “Me pica el jersey”. Le pongo otro. Se queja. Llegamos tarde al cole. Nos enfadamos. Teníamos que haber salido hace cinco minutos y la prisa es la que justifica la “barra libre” de soluciones rápidas. Nos quejamos de que no nos hacen caso, pero ¿realmente es eso lo que queremos? Queremos que nos obedezcan y además sin rechistar porque necesitamos cubrir nuestra necesidad de “llegar a tiempo”. Llegar a tiempo a la ducha, a la cena, a la cama, al cole… Y la lista sigue.

¿Qué otra cosa podría haber hecho? ¿Qué hubiera pasado si él eligiera cómo solucionar su frío, que elijiera el jersey? Quizás le hubiera molestado igual. En cambio, en este caso, asumiría las consecuencias de sus decisiones. No tendría de quién quejarse, no podría responsabilizar a su madre del picor del jersey. Así vamos los adultos también andando por la vida, quejándonos y responsabilizando al gobierno, al sistema educativo, a la lluvia, de lo mal que nos va.

Un niño es autónomo cuando se derrama el yogur y va y coge un trapo para limpiarlo, sin que nadie se lo diga. Si tiene tres años, puede que se le ocurra coger papel de cocina o papel del váter. Es posible que vea que el papel se queda sucio y decida ponerlo bajo el grifo para limpiarlo; y que de camino a la mesa deje un reguero de agua por el suelo, y que el papel se le deshaga cuando vuelva a limpiar. Basado en hechos reales. Toda esa experimentación (solución errónea para los padres) es asumir consecuencias de sus decisiones y aprender de ellas. Y necesitamos regalarnos tiempo para mantenernos callados.

Los adultos solemos ir al ritmo que marca la sociedad, no el que marca nuestra naturaleza. Queremos respuestas correctas y en el menor tiempo posible. Queremos pastillas para quitar la sed y así tener cincuenta y tres minutos más, como en el cuento de “El Principito”. Los niños aprenden que si no tienen la respuesta correcta, es mejor quedarse paralizados y no responder, no pensar. Cada vez que les pedimos obediencia, no les pedimos pensar por sí mismos. Carl Honoré, precursor del Movimiento Slow, descubrió que vivía en modo turbo mientras leía un cuento a su hijo. De repente, Blancanieves tenía solo tres enanitos. “No sintamos culpa de parar. La prisa deshumaniza. La lentitud re-humaniza”- nos aconseja Honoré. No hay responsabilidad sin decisiones."

                                                                                                    Bárbara Bori
                                                                                                    Pedagoga y coach de crianza

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Quién soy?

5 Recursos gratis para enseñar a los niños a gestionar sus emociones

MIS SERVICIOS 2022